Ausencias

Hay ausencias que ocupan demasiado,

se quedan en rincones, escondidas traspasan

el día ocultando los soles que anudan la ventana

dejándolos afuera y por eso las sombras

se adueñan del hogar, hasta  la primavera.

Hay adioses eternos que se encierran

entre láminas de un triste calendario

echando los postigos, cerrando ventanales

mientras en el silencio, se pierden

los afectos, ocultos entre los pliegues

de un triste día de invierno.

Hay palabras no dichas, vocablos olvidados

tal que arboles secos en vereda perdida,

que desgranan sus hojas, como flor invernal.

Hay diálogos muertos, pactos fuera de juego,

verbos dormidos que permanecen silentes

hasta que alguien los despierta

con la voz que saltarina y conjuga disidente,

lo no dicho, lo olvidado yacente

entre olvidos y promesas perdidas

 que murieron antes de ser ofrendas.

María Toca Cañedo©

Santander-7-01-2024. 17,31

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Inocente

Nada es inocente…aunque lo creas,

nada es neutro y aséptico,

aunque te lo digas convencida

para calmar las nubes de la mente.

Respiras un aire enfermado

por quien aprovechó la bonanza

sembrando buen veneno

y llenando la bolsa con holganza.

Tu candidez es ofensiva

porque nada es tan simple

que no tenga lugar, hora ni día

y posición en el tramite

de vivir, de conocer la orilla que profesas.

Callas ante el grito de mujer  tan golpeada,

no es tu causa, dices, y levantas la cabeza

con aire fútil, de persona con vacío en la mirada.

Tu voz no se levanta

ante el lloro de un niño

asesinado por infame

-lejano, dices, es lejano-

 allá donde no te llegan las granadas,

ni los obuses, ni ves derrotarse las viviendas

ni respiras el polvo de calzadas

convertidas en zozobra

y tumbas de inocentes para siempre.

Caminas sin voltearte la cabeza

-no es tu problema-

dices y esperas que el mundo

admire y compre tu careta.

Indiferente, ambiguo,

indefinido, equidistante

del drama que a tu lado se celebra.

Y así puedes caminar por tu vereda

sin mayores contorsiones

ni culpas que  extrañen tu pereza.

Algún día, indiferente, cuando las bombas

estallen en tus calles

no vas a tener ni voz ni cuerpo

ni apenas compañeras

para dolerte las heridas.

Sigue ahora, sigue, caminando

entre las brisas de otros dramas,

guerras y dislates que no veas

porque pronto, detrás del cortinaje

en que te escondes

 asomará la muerte su cabeza

María Toca Cañedo©

Santander-04-01-2024. 20,28

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No lo vi venir

Y no lo vi venir, no lo veo nunca

por más que me lo insisto, no lo prevengo.

No  veo llegar el torcido diente de la infamia,

ese que ataca tal que si nada y hiere fuerte

como daga que entra en la carne

y la desgarra.

No lo vi venir, no lo esperaba

como no se esperan las tormentas

en las noches de luna, claras, diáfanas y bellas

por eso cuando se despeña el temporal

te coge a contrapié y te destella

entre meandros y balaceras

de la tierra.

No lo esperaba, no lo espero nunca,

la contienda fortuita, la batalla

que se da por la espalda

con estulta intención

de no hacer nada…como si el no hacer

no tuviera implícita la  intención

de  hacer cruzada.

Que no lo vi venir,

porque no se espera jamás

el puñal que acierte de esa manera

y clave la punta tan certera

justo en mitad del corazón

mientras se espera, contritas las costumbres,

que pase el temporal y amaine

la borrasca aquella  tan   bizarra

 sin hacer mella ni plantar mala simiente

entre los acantilados de la costa

y el enlodado cielo que la enhebra.

María Toca Cañedo

Santander. 14-12-2023. 18,48.

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A la otra verdad

Y me pregunto si aún vale la pena

gastarse en este nuevo invierno

en que luces tempranas

nublan los despertares.

Gastarse, componerse

y hacerse tan pequeña

que ni el sol ni la noche

nos puedan descubrir

por andar camufladas

entre sombras y luces

de un tibio despertar.

Y me pregunto, a veces

-y de forma consciente-

si compensa pelear

con molinos de viento

o dejarse llevar

hacia zonas de paso,

tranquilas y conscientes

de que, por un tiempo,

se pueda desertar.

Dejarse enmudecer por la sombra cautiva

 y soñar que nunca fuimos tan fuertes,

que todo es distinto

a cuando éramos jóvenes,

la vida sonreía y el paso a sotavento

se hacía incontenible.

 Derrocharse en noches de jolgorio

lucirse en los días de hastío…

 Consumirse, con la piel hecha añicos

y en la boca rebosaban

los besos comprimidos

de esos que no se dan…

Mientras que ahora,

 las resmas de lo vivido

nos devoran a veces

y las luces y sombras

nos esperan cautivas

de un nuevo despertar.

Me pregunto, si aun reverdece la vida

la carne marchitada

y el sueño que no llega

nos puedan compensar

de la savia gastada, de las luchas perdidas,

del hastío que llevó

a querellarse un día

 contra el viento que no nos empujaba

y a las noches en vela

que nos dejaron lucidas

al socaire y prendidas

de  la otra verdad.

María Toca Cañedo©

Santander-08-12-2023. 18,27.

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La duda

Callo la duda, la enmudezco,

dejándola al socaire de un espacio

donde no  se encuentra ningún balcón abierto

ni puerta que labre su escapada

a las afueras duras de la vida.

Traspaso la duda, desmerezco

el ansia prominente por certezas

que a fuer, de incertidumbres,

se hacen fuego…

Se consume, mientras la sospecha,

que sigue ahí, latiendo sin respiro,

para que haga mella en su certeza

y me deje tranquila, olvidando

que de la duda,  brotan las certidumbres

y verdades abiertas

que labran la tierra de barbecho.

Postergo, con pereza la perpleja costumbre

que aquejo, y sigo meciéndome,

tanto que del titubeo hago costumbre

hasta que rauda se me despereza

la ansiada curiosidad por conocerla.

Sospecho que la duda se me adhiere

a la piel, como si fuera parte de ella,

o la veleta, que me hace tornar bien la cabeza

 hacia otros derroteros que expugnar

para, entre hojarasca encontrar

tantas preguntas sin respuesta.

Y así, navegando entre dudas, certezas

o curiosas marchas, todas con despliegue

de largas evidencias, sin más seguridad

que mi cabeza

voy saltando de certidumbres

a vanas sospechas, sin más interés

que caminar erguida, directa

y en dirección exacta hacia la muerte.

María Toca Cañedo©

Santander-30-11-2023. 21,18

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Dibujo

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Hay veces que dibujo con pinceles de humo

ilusiones, deseos y sueños

en las nubes, las pinto con colores difusos

que luego se hacen noche

 y repaso los lindes del dibujo

con carboncillo y pinceles labrados de entusiasmo.

En ocasiones, escribo versos infames en la alberca

que tengo en el jardín

o en estanque plagado de peces de papel

y tiernas lucecitas, que tiemblan,

como estrellas de mar recién hayadas.

Otras pinto paisajes y bodegas

en el aire trémulo que mece

el viento que anda encerrado en mi cabeza

y con todo hago un cuadro fluctuante

que solo ven los ojos que miran fantasía

y pueblan las esquinas con sueños bien labrados.

O camino descalza sin más ropa

que el vestido  brioso

que me presta el  rocío cuando cubre la yerba

y despejan las sombras, la buena amanecida.

Como abrigo, llevo sobre mis hombros

el aliento del amor que madrugó lascivo

y una manta de sueños que labro cada día.

Camino por las anchas veredas,

corridas y por brañas

del monte que se ciñe ante el mar

rindiendo pleitesía ante las olas

y junto a pájaros y peces

troto, como  loca enajenada y viva

que busca con el ansia

hallar la libertad.

María Toca Cañedo©

Santander-30-11-2023. 21,30

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En cárcel

Me rodean barrotes, encendidos, brillantes

de piel coloreada,  barretas que me guardan

celosas, vigilantes

el alma magullada.

Sutil cárcel de plumas,

que encierran las calladas respuestas,

ordenadas y altivas

en anaqueles blancos

de pared encalada…

Es cárcel vaporosa,

prisión al fin y al cabo,

  -jaula de pensamiento-

que encierran la contienda

para que, bien tapiada

oculte lo que soy, lo que fui o pude ser

quedándome en la nada.

Y al cabo, camino  la vereda,

amplia, o magullada

haciendo gran contienda

con ese ser ambiguo

que siempre va conmigo.

A veces la contemplo, la miro,

 desafío tenaz, mas debo confesarme

que no sé si es amiga

o marcho por la vida

caminando, perdida,

con basta compañera

que no es más… que una desconocida.

 

María Toca Cañedo©

Santander-21-11-2023. 11,05

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Volver atrás

¿Sería posible dar la vuelta?

no para vivir lo que he vivido,

que fue bastante la dureza,

sino para aprender a ir despacio

contemplando el discurrir de cada día.

Amar más, si eso fuera fácil,

y sobre todo dejar de flagelarme

con cada error que cometía.

Vivir sin prisa, darme la vuelta

de cada lugar oscuro donde no recibía

la dulce sensación de ser amada.

Por eso y por volver a sentir

la ternura de mi niño…

por eso, digo, daría la vuelta ahora mismo.

                                                                  María Toca.

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Se dijo todo

Se dijo todo,

se agotaron las palabras, usadas de antemano.

Tornaron argumentos a estar solos

y ya se contó  lo habido y por haber.

Se contó todo

lo bueno y lo malo,

había que contarlo y ya se hizo.

Al doblar la esquina que ando ahora,

se contaron los cuentos que había almacenados,

 en los hueros estantes de la vieja alacena

que colocará  con denuedo

la gente sencilla que  alternaba,

 en franca algarabía

amando u odiando, cada día.

Viviendo a trompicones

contándome historias encendidas

se tornaron feroces las vivencias,

las poesías, el fútil teatro de la vida.

Se contaron las cosas

tantas veces, manidas historias,

repetidas, gastadas de tanto repetir

que ya no resta nada

 pues todo se ha contado

y solo queda levar  ancla

y andar viva, hacia lares difusos

mientras se intenta conocer

e intimar con otras vidas.

Se agotaron la silabas

encadenadas, sin destino,

a palabras ya dichas, repetidas,

que ya no queda nada por contar

pues todo se contó hace ya tiempo

 y solo resta desvestir al  contador,

juglar de mil historias,

y confinarle al destino

por tiempo bien previsto

 tornándole al lecho

donde dormite la eternidad

y calle su boca para siempre.

Porque de tanto contar

se agotaron el juglar y  las palabras.

María Toca Cañedo©

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Se me hiela el corazón cada mañana

cuando contemplo la calle,

…apenas despertada,

desde   la ventana del cuarto donde habito.

Se me escarchan los ojos con la vista

de  jaurías con almas enconada

que pujan y ladran por un parvo trozo,

de carne escarmentada.

Se me cuaja la lágrima furtiva

que sale de mis ojos, tan cautiva,

para derramarse por el suelo

 enredándose, perdida  en el rocío

que deja la noche, mientras duermo,

en mi almohada.

Y es que me visto con ropa de domingo

en la dulce esperanza de celebrar

que hoy, por fin,  sea festivo

mi día y el día que amanece

para otros compañeros de soldada.

Luego, contemplo con cara ensimismada

 guerras,  combates y las muertes

de gentes como yo, que andan descalzos,

sin vida, haciéndose aquelarre

y torno hacia la puerta a guarecerme

no sea que me cobre pieza la manada.

Enrabietada, marcho hacia al abismo

 de las almas condenadas por el dios

que luce su espada como infierno

y torna brava a la yeguada

que antes pastaba bien  tranquila

y sin la guarda de nadie, liberada.

Por eso, se me nubla el semblante

se me agrieta el alma, y se me funde

la sonrisa de mi cara

tornando, asustada, hasta la casa

para no volver a salir hasta que escampe.

María Toca Cañedo©

Santander 24-10-2023. 20,25.

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