Al filo

Al filo del ocaso, al filo mismo

me hallo en cierto cruce de caminos

-encrucijada feroz de días tibios-

mientras se añoran las tardes

en que las risas hermanadas

 eran amables compañías

de vida fútil. Inconsistente,

que arropaba  bellezas breves

tintineando entre la juventud

y la inconsciencia .

En la vereda gris, última fase

de  un tiempo de cerezas, estío

y furia, de amores, de cerveza

bajo la tibia sombra de nogales.

Aquí, justo en el punto

en que se acaba la juventud

 llegándose con torpeza en el andar

y se lentifica la memoria…

entre lapsos y renqueos

de dolores difusos y conversos.

Aquí, en ese filo imposible,

me  da que pensar que sola y yerma

no es buena la forma obtusa

que tengo  de caminar por cualquier parte,

ni de emprender la dura senda

que nos conduce raudo,

inexorable, hasta la cabalgada

que da lugar al fin de la carrera.

Aquí, visitada la tumba del poeta,

rematadas las costuras

del enjambre, acorralada

de sutil espera, marco fin

y pongo las velas a batir

hasta que desnuda, me halle

una madrugada al despertar,

la muerte, bien pertrechada

de vida y de bagaje que contiene

las pesadas alforjas que llenamos

con sueños concebidos en vivir.

María Toca Cañedo©

Santander-28-02-2024.  18,54

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Un libro

Un libro es una patria, una escuela, una vuelta

que te das por el mundo. Un libro

a veces se te cruza y te abre el camino

te despeja los ojos y levanta un telón

de una  función oculta, que sin él

estaría perdida.

Un libro es un mundo que exploras

y te explora, porque el libro socava

la fe, el suelo y te cambia los muebles;

te sacude el estante y te mueve la brisa

que entra por la ventana, a socaire de modas,

costumbres,   explorando celadas.

Un libro es todo eso, pero puede ser risa,

jolgorio, pasión, juego…

o darte un gran golpe en la boca

y dejarte noqueada por tiempo indefinido.

Un terremoto ciego, un movimiento brusco

o una zapa que orada las costumbres

y sacude, el guano que te cubre.

Un libro es más, o poco, dependiendo

de cuál sea tu libro y que mirada lleves

cuando abras sus puertas.

Lo que ocurre, es que entras como eres

y sales  muy cambiada.

María Toca Cañedo©

Santander-08-02-2024. 19,16

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Paso del tiempo

Se me acortan los pasos,

yo que fui de dar largos paseos,

montada en cabalgadura

que corrían sin bridas

por angostos caminos.

Se me achican los ojos

cuando miro al espejo

esperando encontrar

la mirada de antaño

y la luz tintinea contra el azul oscuro

de la noche, y yo ando encerrada,

cuando antes el vuelo

era alegre y bravío.

Se me cansan los pulsos,

se me duelen los huesos

yo, que antes me saltaba con saña

las corralas del sueño.

Surcos de oscuridad

me socaban los ojos

y muchos caminitos

recorren el espejuelo

donde antes, había libertad.

Hay dolores que acechan

y cuando no me doy cuenta

y pretendo saltar…se me tuercen deseos

y tengo que parar.

Han pasado los años,

han huido los sueños

-algunos se cumplieron-

otros esperan turno

andando  impacientes

con pragmática calma.

Se me fueron los bríos

se me blanqueó el pelo,

pero aquí en los adentros

aun brama el entusiasmo

y la brisa  acompaña

cuando contemplo el suelo

y me elevo, o me nublo

en pos de los dulces estíos.

Han pasado los años,

he caminado tanto

que cansada, confieso,

aún me restan unas pocas de ganas

de bailar entre sombras

y continuar riendo.

María Toca Cañedo©

Santander-28-01-2024. 21,21

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No lo entiendo

¿Qué pasó para que el silencio rodeara nuestra estancia

y nos llenara de frialdad lo que antes fuera lumbre  bien templada?

Una nube ennegrecida de costumbre vieja y opulenta

se nos coló en el habitáculo  donde poco antes, moraban las certezas

haciéndonos pequeñas, tornando en sombras

las luciérnagas aparentes donde se borraba la existencia

de dudas, maltratos y violencias…

 

¿Qué pasó para callar la voz, sentir la ausencia

y vagar solas por la casa, hoy vacía, ayer bien llena?

asolada por tristuras y nostalgias mal llevadas.

 

                                                                 No lo entiendo

cuando en el baile de asperezas y de días

que contamos con alegres añoranzas

no reste ni uno solo que sostenga la  presunción

de que faltan palabras, explicaciones, controversia.

 

Para vivir, para estar viva hay que saltar por encima

de charcos, lodazales y enturbiados bien diversos

…y dar gritos, muchos gritos

con el fin de dispersar a la costumbre

y hacer fuerte con la discordia,  a la libertad y la revuelta.

 

                                                                 No lo entiendo,

si ayer formábamos gremio, comparsa y buen tropel

de algazaras, riñas y barruntes colegiados

¿por qué hoy se yace en la discordia  maltratada

por  venturosos senderos paseados?

 

Me preguntas el porqué de tanta arenga

que no entiendes la desesperanza

ni el sosiego que despeña mi presencia.

Mas luego te discuto el uso de palabras,

añorando los antiguos abrazos y las horas que pasamos

encerrados en cautivos fuegos de fraternidad inacabada.

María Toca Cañedo©

Santander-27-01-2024, 12,47

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Me hubiera gustado…

 

Hubiera querido llevar alas en la espalda

para elevarme  por los altos,

volando como loca entre las nubes

y chocarme en los tejados de las casas

cuando la noche apremiara mi camino.

Hubiera querido cantar a voces

celebrando alegrías y dar saltos

con los entusiasmos desbordados.

Hubiera deseado amar muy fuerte

y recibir más besos encendidos

de esos que dejan labios magullados

y costurones en un corazón enardecido.

Vivir más y más pasiones o conformarme

en unos brazos bien mullidos

que fueran paz, cuna y refugio

en vez de albardear sola entre enemigos.

No tener miedo por la noche

ni abrigarme en soledad,

cuando la luna aún  no ha salido.

 Tener un jardín lleno de flores

y correr descalza los caminos…

regodearme entre las olas

y batir palmas cuando el sol se encumbra

sobre montes, espejo nevado de la vida.

He soñado con tantas cosas incumplidas

que por fuerza, siento que viví poco,

que resta mucho de existir

para cumplir con lo debido.

Prometo soñar menos,

o buscar alas escondidas,

 descubrir jardines inexpugnables,

 flotar más entre las olas

y dejarme abrazar por la espuma

como si fueran amantes brazos

de este mar que da la vida

y alimenta el alma a escondidas.

Prometo cumplir con los recuerdos

hasta que toque la partida

y llevarme conmigo gran  maleta

llena de fantasías incumplidas

de sueños rotos, de alegrías

y de pasos perdidos en vez de alas

que las desgasté a fuer de ser batidas

y de volar alto…aunque solo lo soñara bien despierta.

María Toca Cañedo©

Santander 22-01-2024. 19,57.

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Silencios

Allá se van los gritos sordos que se ahogan

en ese mar discreto de la vaguada estrecha de mi cuello.

Se silenciaron antes de hacerse voz,

antes de pronunciar su tono brusco

y se dejaron medrar, formando musgo

 o tal vez  hiedra que cuartea la garganta,

 la hace sima profunda, herida o roca.

Allá marchan palabras que,  asfixiadas,

antes de salir  a la intemperie

rompieron costuras y desarmes

 quedáronse yertas, mudas, bien desnudas,

ultrajadas por silentes reproches olvidados.

Formaron costra de engranaje singular

y decoraron  la garganta inapelable

-de silencios cuajada- desalmada

y doliente de palabras, bien ahogada.

Porque no muere lo no dicho

ni muere ni se olvida lo olvidado

que se pudre y levanta brava tempestad

agitando los mares de costumbres

y torna al poco tiempo  a silbar,

cual rugido de viento en  descampado.

Fenecieron amores, se escurrieron

hasta el jardín de las indiferencias;

enfermaron de inaniciones,

 amistades fraternas. Tan banal,

como asesina el silencio a la amistad.

Allá quedaron las palabras obviadas

empedraron de silencios, cautivaron el aire

dejaron sin resuello bríos antiguos

hasta ahogarlos en  mudos silogismos,

afasias encadenadas de sigilos

muriendo los versos, las promesas

y la lengua, yerta y solitaria,

se anudó con la pereza.

María Toca Cañedo©

Santander-15-01-2024. 21,28.

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Ausencias

Hay ausencias que ocupan demasiado,

se quedan en rincones, escondidas traspasan

el día ocultando los soles que anudan la ventana

dejándolos afuera y por eso las sombras

se adueñan del hogar, hasta  la primavera.

Hay adioses eternos que se encierran

entre láminas de un triste calendario

echando los postigos, cerrando ventanales

mientras en el silencio, se pierden

los afectos, ocultos entre los pliegues

de un triste día de invierno.

Hay palabras no dichas, vocablos olvidados

tal que arboles secos en vereda perdida,

que desgranan sus hojas, como flor invernal.

Hay diálogos muertos, pactos fuera de juego,

verbos dormidos que permanecen silentes

hasta que alguien los despierta

con la voz que saltarina y conjuga disidente,

lo no dicho, lo olvidado yacente

entre olvidos y promesas perdidas

 que murieron antes de ser ofrendas.

María Toca Cañedo©

Santander-7-01-2024. 17,31

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Inocente

Nada es inocente…aunque lo creas,

nada es neutro y aséptico,

aunque te lo digas convencida

para calmar las nubes de la mente.

Respiras un aire enfermado

por quien aprovechó la bonanza

sembrando buen veneno

y llenando la bolsa con holganza.

Tu candidez es ofensiva

porque nada es tan simple

que no tenga lugar, hora ni día

y posición en el tramite

de vivir, de conocer la orilla que profesas.

Callas ante el grito de mujer  tan golpeada,

no es tu causa, dices, y levantas la cabeza

con aire fútil, de persona con vacío en la mirada.

Tu voz no se levanta

ante el lloro de un niño

asesinado por infame

-lejano, dices, es lejano-

 allá donde no te llegan las granadas,

ni los obuses, ni ves derrotarse las viviendas

ni respiras el polvo de calzadas

convertidas en zozobra

y tumbas de inocentes para siempre.

Caminas sin voltearte la cabeza

-no es tu problema-

dices y esperas que el mundo

admire y compre tu careta.

Indiferente, ambiguo,

indefinido, equidistante

del drama que a tu lado se celebra.

Y así puedes caminar por tu vereda

sin mayores contorsiones

ni culpas que  extrañen tu pereza.

Algún día, indiferente, cuando las bombas

estallen en tus calles

no vas a tener ni voz ni cuerpo

ni apenas compañeras

para dolerte las heridas.

Sigue ahora, sigue, caminando

entre las brisas de otros dramas,

guerras y dislates que no veas

porque pronto, detrás del cortinaje

en que te escondes

 asomará la muerte su cabeza

María Toca Cañedo©

Santander-04-01-2024. 20,28

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No lo vi venir

Y no lo vi venir, no lo veo nunca

por más que me lo insisto, no lo prevengo.

No  veo llegar el torcido diente de la infamia,

ese que ataca tal que si nada y hiere fuerte

como daga que entra en la carne

y la desgarra.

No lo vi venir, no lo esperaba

como no se esperan las tormentas

en las noches de luna, claras, diáfanas y bellas

por eso cuando se despeña el temporal

te coge a contrapié y te destella

entre meandros y balaceras

de la tierra.

No lo esperaba, no lo espero nunca,

la contienda fortuita, la batalla

que se da por la espalda

con estulta intención

de no hacer nada…como si el no hacer

no tuviera implícita la  intención

de  hacer cruzada.

Que no lo vi venir,

porque no se espera jamás

el puñal que acierte de esa manera

y clave la punta tan certera

justo en mitad del corazón

mientras se espera, contritas las costumbres,

que pase el temporal y amaine

la borrasca aquella  tan   bizarra

 sin hacer mella ni plantar mala simiente

entre los acantilados de la costa

y el enlodado cielo que la enhebra.

María Toca Cañedo

Santander. 14-12-2023. 18,48.

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A la otra verdad

Y me pregunto si aún vale la pena

gastarse en este nuevo invierno

en que luces tempranas

nublan los despertares.

Gastarse, componerse

y hacerse tan pequeña

que ni el sol ni la noche

nos puedan descubrir

por andar camufladas

entre sombras y luces

de un tibio despertar.

Y me pregunto, a veces

-y de forma consciente-

si compensa pelear

con molinos de viento

o dejarse llevar

hacia zonas de paso,

tranquilas y conscientes

de que, por un tiempo,

se pueda desertar.

Dejarse enmudecer por la sombra cautiva

 y soñar que nunca fuimos tan fuertes,

que todo es distinto

a cuando éramos jóvenes,

la vida sonreía y el paso a sotavento

se hacía incontenible.

 Derrocharse en noches de jolgorio

lucirse en los días de hastío…

 Consumirse, con la piel hecha añicos

y en la boca rebosaban

los besos comprimidos

de esos que no se dan…

Mientras que ahora,

 las resmas de lo vivido

nos devoran a veces

y las luces y sombras

nos esperan cautivas

de un nuevo despertar.

Me pregunto, si aun reverdece la vida

la carne marchitada

y el sueño que no llega

nos puedan compensar

de la savia gastada, de las luchas perdidas,

del hastío que llevó

a querellarse un día

 contra el viento que no nos empujaba

y a las noches en vela

que nos dejaron lucidas

al socaire y prendidas

de  la otra verdad.

María Toca Cañedo©

Santander-08-12-2023. 18,27.

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