¿Dónde estabas?

¿Dónde estabas tú cuando yo andaba

pisando los  rastrojos en sucios pedernales?

cuando la muerte era siempre compañía

y la noche se cernía por mi frente

guarecida por la  guadaña que  me abatía lentamente.

¿Dónde estabas tú cuando corría por andenes

mientras perros me rabiaban cada paso

y sus fauces se clavaban en mis piernas

mientras los guardianes azotaban mis carnes cada poco?

¿Dónde te escondías cuando madres

desgarraban a tirones  dura  tierra

intentando, en vano, arrancarle los restos de un pequeño

que marchó solo, convertido en polvo y proyecto de sus sueños.

¿Dónde estaba tú cuando el miedo nos ahogaba las gargantas

y oxidados goznes se cerraban a mi espalda

al momento de que el tren emprendía la marcha en madrugadas?

Dónde, cuando gritaba ¡piedad! entre alambradas

y al poco  se me desgarraba la garganta

 ahogada de silencios,  plomo y tinieblas insalvables

que auguraron que la muerte estaba cerca

cercando la esperanza con guadaña.

¿Acaso me amparaste cuando esbirros bien armados

nos conducían, presos, en   larga  cuerda hasta la cárcel?

¿ Me cubriste  con tu brazo levantado?

o simplemente torciste con amplia indiferencia la mirada.

¿Acogiste a mis pequeños, les diste amor, alguna tibia esperanza,

o simplemente les libraste de la sed con agua fresca?

¿Secaste, acaso,  su sudor

o les diste un buche de algo parecido a la pitanza?

¿Creíste compañero,  que  estabas  salvo?

que la cobardía que vestías era armadura

 protegiendo por siempre a tu persona y a tu hacienda..?

Ya los ves, aquí los tienes. Han llegado,

ahora las bombas caen, como entonces,

solo que es en tu terraza, en tu tierra,  en tu casa…

Ahora los tiros los disparan contra ti, tus hijos, tus amantes

y el hogar  se te derrumba lentamente

mientras tú lo contemplas con tristura

sin tener, siquiera,  el consuelo,  de haberlo defendido.

No lamentes, compañero, el barrunto de los males

porque cuando viste el dolor pasando por tu lado,

volteaste, cual cobarde, la cabeza por no verlo.

No levantes los brazos, no hagas preces

porque al fin, te llega, compañero,

 lo que ampliamente bien mereces.

María Toca Cañedo©

Santander 17 de abril 2024. 8,33

Acerca de Maria

Escritora María Toca: 1ºPremio Ateneo de Onda Novela, 2016: Son Celosos los Dioses 2ºPremio de Relato Ateneo de Fraga: El Paseador, 2014 Finalista Premio Internacional de Relato Hemingway, 2013 Finalista de varios premios más de relato. Poeta Articulista/Coordinadora/ Fundadora de LA PAJARERA MAGAZINE. Obra publicada: Novela: El Viaje a los Cien Universos Son Celosos los Dioses Relatos coral: Vidas que Cuentan Desmemoriados. Poesía: Contingencias
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