He cerrado la bancada, puse en sombra
los trabajos y desvelos que hoy cubrí
con la seda de mis manos y el sudor
que dibujó perlas agrias en mi piel.
He llegado al final del nuevo día
sin estrellas en la frente ni rasguño en alma,
más que un tímido temblor de incertidumbre
y cansada, muy cansada
de andar sola, sin más voz en la casa
que los gritos sulfurados de algún ave
que se anida, sin premura, en el alero
de mi hogar. Hoy abierto, al exterior.
Volverá mañana el día,
volveré a ver la luz,
a tener vaga añoranza,
a buscar tu corazón en otros ojos,
a escuchar en otra voz
el tañido de palabras que no escucho
y por ello, añoradas con viveza.
Y por ello, hoy cierro los ojos poco a poco
por ver si, en mi sueño,
recupero lo perdido
y me encuentro un avio de esperanza
o de razón.
M. Toca