Una tarde

Era una tarde lóbrega y espesa

el sol escondido haciendo burla

mientras las nubes corren cual centella;

detrás de los visillos una vela

con una copa de vino en espera.

No era verano, tampoco primavera

ni el futuro auguraba  halagüeño

-ya lo dije- tarde triste sin nada que contar,

con poco que escribir, huera la mente

de espesura y basto recorrido,

 con la espera de no tener bastante.

De pronto un rayo surgió por la ventana,

-nada especial- apenas fogonazo,

tan breve como luminoso,

inundó la monotonía adyacente.

¿Eras tú o era tu quimera?

pregunté ante la figura que se abría

entre la pesadumbre y la maleza

de la tarde anodina, presa a fenecerse.

¿Eras tú? tal vez fuera un recuerdo

que me sopló en el oído preces o plegarias,

“no estás sola” me dijo en un suspiro

cuando ya desfallecía con el tedio.

Contemplé

el remanso de mi vida.

Conformé

la paz que andaba inmersa

entre los soliloquios y la prisa.

Por eso, digo, era una tarde nimia

sin nada especial en la reserva

que al punto tornose luminosa,

esclarecida, porque quien tuvo vida,

se rebeló, bailó, amó entre sonrisas

o llantos dolientes , con pasión,

no se apaga, porque el recuerdo

es pábilo que arrasa la nublada.

María Toca Cañedo©

Santander- 20-04-2024. 20,14

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Aprenderme

Aprenderme tu piel cuando amanece

mientras la tibia mano despacio la recorre lentamente

dibujando con pinceles de ansias nuevas,

entre tanto los dedos anillándose en tu vientre.

Esperando al día que amanece

y tú despertando, a poco me solazas

y miras tal que si fuera sorpresa

mi presencia, tornándose la pasión

en dulce espera de explosión o brasas candescentes.

Observar la orografía de tu espalda

con sus montes, valles y geodesia;

respirar el aire que traspiras

mientras las sábanas nos sirven

de parapeto al mundo y sus excesos.

Amar y ser amada entre estrellas

aspirando aromas de los cuerpos,

trascendiendo, mientras la pasión

se van llenado de fuego nuevamente.

Orar sobre un pulpito abrasado

con oraciones impías que nos mecen

entre el infierno y la dulce sensación

de amanecer juntos o no ser nada.

Así, como aman los salvajes,

te amaría.

Así, como se enciende una fogata

se prendería mi piel al contemplarte

mientras tú, sereno y sonriente

aplacarías la sed en duro embate.

Soñándote en la distancia, intuyendo

las idas y venidas de tu suerte

mientras en el reloj dan muchas horas

hasta que llegue el incierto momento de tenerte.

Quizá no sea tan otoño para quererte,

o podamos parar la ruina de los cuerpos

que de forma inexorable se contienen

a base de intuir la primavera

y el incendio que producen los encuentros

que nunca fuimos a buscar, pero que vienen.

Amor de primavera en invernales,

amores que pueden caducar, efímeros y breves,

amores dulces, en espera

de una página del libro que nos cuenta la vida,

mientras vivimos entre la dulce zozobra

y la espera.

María Toca Cañedo©

Santander-19-04-2024. 19,36.

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¿Dónde estabas?

¿Dónde estabas tú cuando yo andaba

pisando los  rastrojos en sucios pedernales?

cuando la muerte era siempre compañía

y la noche se cernía por mi frente

guarecida por la  guadaña que  me abatía lentamente.

¿Dónde estabas tú cuando corría por andenes

mientras perros me rabiaban cada paso

y sus fauces se clavaban en mis piernas

mientras los guardianes azotaban mis carnes cada poco?

¿Dónde te escondías cuando madres

desgarraban a tirones  dura  tierra

intentando, en vano, arrancarle los restos de un pequeño

que marchó solo, convertido en polvo y proyecto de sus sueños.

¿Dónde estaba tú cuando el miedo nos ahogaba las gargantas

y oxidados goznes se cerraban a mi espalda

al momento de que el tren emprendía la marcha en madrugadas?

Dónde, cuando gritaba ¡piedad! entre alambradas

y al poco  se me desgarraba la garganta

 ahogada de silencios,  plomo y tinieblas insalvables

que auguraron que la muerte estaba cerca

cercando la esperanza con guadaña.

¿Acaso me amparaste cuando esbirros bien armados

nos conducían, presos, en   larga  cuerda hasta la cárcel?

¿ Me cubriste  con tu brazo levantado?

o simplemente torciste con amplia indiferencia la mirada.

¿Acogiste a mis pequeños, les diste amor, alguna tibia esperanza,

o simplemente les libraste de la sed con agua fresca?

¿Secaste, acaso,  su sudor

o les diste un buche de algo parecido a la pitanza?

¿Creíste compañero,  que  estabas  salvo?

que la cobardía que vestías era armadura

 protegiendo por siempre a tu persona y a tu hacienda..?

Ya los ves, aquí los tienes. Han llegado,

ahora las bombas caen, como entonces,

solo que es en tu terraza, en tu tierra,  en tu casa…

Ahora los tiros los disparan contra ti, tus hijos, tus amantes

y el hogar  se te derrumba lentamente

mientras tú lo contemplas con tristura

sin tener, siquiera,  el consuelo,  de haberlo defendido.

No lamentes, compañero, el barrunto de los males

porque cuando viste el dolor pasando por tu lado,

volteaste, cual cobarde, la cabeza por no verlo.

No levantes los brazos, no hagas preces

porque al fin, te llega, compañero,

 lo que ampliamente bien mereces.

María Toca Cañedo©

Santander 17 de abril 2024. 8,33

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Abrazos

Hay abrazos sentidos que ahogan al darse,

abrazos que rompen silencios eternos

y saben a vida, a gloria,  un gusto de pura ambrosía.

Hay abrazos que hermanan el ansia de  sana armonía,

de quedarse quieta entre esos dos brazos que aprietan

y dan mucho más que la paz.

Hay abrazos que parten con alas difusas

hacia algún lugar donde anidan hueros

y luego regresan para no partir

anidando suaves entre la memoria

y el dulce placer que da la nostalgia.

Hay abrazos…que saben a miel

y a una le dan ganas de encontrar, al fin,

el lugar seguro donde hibernar.

Hay quietos abrazos, que abrigan, que dan el calor

que la tierra impía nos suele quitar,

que arropan, que huelen a almizcle y a pan.

María Toca Cañedo©

Santander- 14-04-2024. 21,39.

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Agua

Nos salva el agua, remanso siempre amigo

que hallamos a poco de necesitar

bautismo salvador contra  amarguras

o pozo tembloroso, donde el bautismo

nos torna a la esperanza o el olvido.

Tal que Fierabrás tiende su bálsamo

así   el agua cura las heridas

que  el angosto paso por la vida

a veces nos procura y envilece.

Si  fuera soga que atenaza la garganta

o peso grave que  lastra el corazón y la costumbre

poniendo en grave condición

al que soporta el dolor,

el agua abraza, alivia y seda

 con tenue mansedumbre

aplacando  iras,  contenciosos,

dejando las herrumbres destruidas.

Ese líquido salvador salva y  captura

toda morralla que bien pesa

en  alma dolorida

y la conduce rio arriba

hasta dejar el  peso exangüe,

con  la paz ansiada,  buscando

 como amiga, junto a la otra orilla,

aposentar  tormentas

 caminando en pos de dulces  armonías.

El agua aclara  pensamientos,

ordena el caos

los desconciertos y las baraúndas;

poniendo calma donde antes

crujía el fuego del averno…

O drena pesadumbres y dolores

 formando un  mar de lágrimas

que brotan, tal que fuentes,

dejando seca la sustancia de  miserias

que se diluyen y corren

a disolverse en torrenteras

y bruscos manantiales de asperezas.

El agua sana, revive y vigoriza

al purificarnos siempre con su fuerza.

 

Salada o dulce, el agua es vitamina

que elude pesares, disuelve los pecados

y al fin, pone orden

donde antes  cubría el desacato;

amansa el fuego del corazón ensimismado

poniendo fin   a la secuencia

que hay entre el dolor y la desidia.

María Toca Cañedo©

Santander-05-04-2024. 18,26.

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No me pidan perdón

Reivindico la rabia, la cólera, el enojo,

la furia, el furor, la irritación

el coraje de estar viva y no querer vivir

en esta tierra, henchida de ira, odios, terror.

Reivindico la rabia, abjuro del perdón

que almas sin avío solicitan después

de bombardear vidas, destruyendo las almas

embistiendo  a la fuerza ciudades al albur

de vanas esperanzas de ampliar

su bolsa y su ambición.

Abjuro, desprecio, expulso de mi

la intención de absolver;

me lleno de rabia, me bulle la razón

con prisa por devolver el golpe

o quedarme muy quieta

envuelta en mis resentimientos…

Mas,  no me pidan perdón.

No pidan indulgencia después de herir,

mutilar, hollar, pudrir la paz…

No pidan mi clemencia  con el alma  podrida

ni reclamen cordura cuando vemos

la muerte que cabalga por esquinas

en forma de bebés acribillados,

con madres aullando de dolor.

No quiero calmarme, ni solazarme, quiero

ante ellos,  enemigos feroces

que eligen el odio, hacer daño

a humildes, a gente que solo añora

un trozo de tierra, un hogar

y criara a los hijos a la sombra de un olmo

en paz, sin más amenaza que una lluvia muy fina

que riegue aquellos  campos llegados del ancestro.

No pidan que haya calma, olvido ni perdón,

porque la ira no se nos va a olvidar.

Por eso clamo: no me pidan que hagamos cuenta nueva

ni rueguen, cuando acabe, que se olvide el terror

que sembraron impunes.

Por eso digo bien alto:

no, no me pidan perdón.

María Toca Cañedo©

Santander-04-04-2024, 21,43.

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El miedo

¿Qué cómo mato el miedo?

me pregunta esa voz adolescente,

¿qué cómo salgo del cuarto afantasmado

y cubierta de dudas aparentes?

me pregunta mi sombra

la que camina al lado o me precede…

No lo mato, respondo, va a mi paso

casi lo rozo, a veces lo visito

con ropas nuevas, enjaezada

para dar en disimulo

simulando ser valiente.

Voy así, por ver si lo engaño y marcha

con sus  enjundia y poder

a cualquier parte.

¿Qué cómo convivo con el miedo

haciendo parte de la tarea

que él me indica, mientras atiendo,

como puedo a mi cabeza?

Lo ignoro, quizá lo hice compañero

para que a fuerza de mirarlo tan de cerca

contemplando su  mirada torva y fría

 en todo su poder de complacencia,

le ignore, o me gane, cuanto menos,

su infame displicencia y se aleje

como vino a presentarse

a mi puerta aquella tarde.

Y si no, me convierto en su baluarte,

fiel escudera de su estirpe

amigándome   con el miedo

a fin de buscar un lugar donde podamos

convivir alegremente.

María Toca Cañedo©.

Santander-27-03-2024. 22,19.

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Cuando acaba el día.

Acabado el día, pliego el escritorio,

releo las cosas que quedan pendientes

y torno los ojos hacia la ventana

donde encuentro, inmutable,

la misma bahía, la misma raigambre,

la misma armonía de todas las tardes.

Acabado el día, otro en que no hay preces

ni batallas, ni fuertes contiendas,

tan solo la calma, las sienes contritas

y lento se siente, un sopor que a ultranza

me deja en remanso envuelta en un velo

de dulce esperanza.

Al plegar la tarde se asoma la luna

con cierta vergüenza, como si quisiera

quedarse dormida entre las montañas

que me parapetan, protegen y dulces

se tornan tan negras.

Me esperan los sueños y mi tibia cama,

la noche encerrada, los besos ausentes

mientras que de lejos, nos ladran los perros,

como cada tarde, como cada incierto ,

lugar de mi encierro.

Entorno en silencio las contraventanas

no sea que unos ojos silentes y vacuos

me lleven el alma, me roben la sombra

y luego se tornen al campo a sembrarla.

Acabado el día, me torno pequeña,

me quedo en silencio…

porque todo calla, todo está en calma.

Cuando acaba el día

se torna la vida ,  volteo la muerte

María Toca Cañedo©

Santander-24-03-2024. 21,00

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Detrás de una sonrisa

No te  imaginas cuanta tormenta

se esconde detrás de una sonrisa

 mientras de frente con la cara abierta,

cual puerta de esperanza

y con los ojos quietos, observando callados…

casi sin brillo, cegados por el añejo llanto

de días, de jornadas…  sobre todo de noches.

Noches sin luna, eclipsada o muy quieta

porque el duelo se extendía por fuera

de la guarida umbría donde escondí mis penas.

Noches y días quietos, sin más sombra

que el dolor recomiendo las carnes.

No te imaginas, compañero, detrás de esa sonrisa

el volcán de  abatidas noches que me restaban.

No lo imaginas…ni yo puedo contarlo

porque quedó envuelto entre sombras de olvido

y lancé aquella llave, donde guardé la pena

en alacena escarchada de miedos…

Lancé aquella llave para que nunca nadie

encontrara las sombras encogidas de viejas.

Ni te imaginas, amiga, lo que escondía entonces

cuando yo sonreía y a todo lo cubría  de noche.

María Toca Cañedo©

Santander-21-03-2024. 20,55

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Agarraré el destino

Agarraré el tiempo con las manos

aferrada al instante impreciso bien vivido,

caminaré con la calma percibida, y al punto

saborearé  los frutos prohibidos.

Tal que un amor incendiado de pasiones

derramaré sudor, sangre e intenciones

de vivir siempre entre la línea

que separa el fuego del hastío.

Caminaré entre guijarros, descalza,

a piel viva, y te juro por lo amado

que no vestiré ropa ni calzas

 adornaré  la faz con la sonrisa

huyendo como alma en pena de  afeites.

No dejaré que nadie marque  mis pisadas

ni compraré almas a por ciento;

tampoco pondré precio a la mía,

aunque me tiente el demonio con sus besos.

Porque no entiendo forma distinta de estar viva

que amar los sueños mientras  galopo el destino

y al fin, recorrer  despierta los senderos

que me tocaron en suerte, mas  luego acabar,

cuando sea finiquitado mi destino.

María Toca Cañedo©.

Santander- 21-03-2024. 5,45/19,35

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