Al filo del ocaso, al filo mismo
me hallo en cierto cruce de caminos
-encrucijada feroz de días tibios-
mientras se añoran las tardes
en que las risas hermanadas
eran amables compañías
de vida fútil. Inconsistente,
que arropaba bellezas breves
tintineando entre la juventud
y la inconsciencia .
En la vereda gris, última fase
de un tiempo de cerezas, estío
y furia, de amores, de cerveza
bajo la tibia sombra de nogales.
Aquí, justo en el punto
en que se acaba la juventud
llegándose con torpeza en el andar
y se lentifica la memoria…
entre lapsos y renqueos
de dolores difusos y conversos.
Aquí, en ese filo imposible,
me da que pensar que sola y yerma
no es buena la forma obtusa
que tengo de caminar por cualquier parte,
ni de emprender la dura senda
que nos conduce raudo,
inexorable, hasta la cabalgada
que da lugar al fin de la carrera.
Aquí, visitada la tumba del poeta,
rematadas las costuras
del enjambre, acorralada
de sutil espera, marco fin
y pongo las velas a batir
hasta que desnuda, me halle
una madrugada al despertar,
la muerte, bien pertrechada
de vida y de bagaje que contiene
las pesadas alforjas que llenamos
con sueños concebidos en vivir.
María Toca Cañedo©
Santander-28-02-2024. 18,54