No sé porque, pero tengo ganas de amar,
amar sin medida, sin tino, como entonces,
como se amaba de antes;
antes de que las sienes clarearan
y la nostalgia hablara más que la incidencia
de sentir que lo pasado es mayor
que lo que llega.
Antes, cuando la risa brotaba a toda hora,
se descubría a cada instante
un porvenir y saltaba
de sorpresa en sorpresa, al momento.
Tengo ganas de descubrir una mañana
que florecen de nuevo los almendros
que la luz llega a mi cuarto,
ciega mis ojos, me levanto,
como entonces, de un salto y sonriendo.
Tengo ganas de reír sin importar el motivo,
de contar las horas de distancia de los hechos
y sentir que otra piel palpita debajo de mi mano,
que los minutos se alargan y se sienten
como losas, si él no está conmigo.
Tengo ganas de amar, no lo niego,
que pena, que se me secara el corazón
y las lágrimas barrieran la distancia
que separa el miedo de la nada.
Por eso, aunque quiera,
ya no se puede, porque quedó el alma
prendida de una rama,
pendiente de cubrir con una mácula
el serpenteante discurrir de la mañana.
Y ya, por agotada, no me queda amor
ni paciencia, ni un instante
del entusiasmo que tuve a raudales.
Por eso, aunque tenga ganas de amar,
ya no se puede.
Santander-6-3-15, 18,14. 410 días sin ti, pero contigo.
Es poesía. Fruto de momentos… No me toméis mucho en serio.