Días en que el silencio llena
la copa desvaída de la calma,
en que callar palabras, y aullidos
se hace necesario, por la dicha
que supone, reconcentrarse,
herirse hacia adentro, caminar
despacio por el alma
para ver si encontramos los escombros
de una vida maltrecha y enrejada.
Cuando el silencio amordaza la palabra,
la llena de crudas esperanzas
de que mañana, u otro día, cualquiera,
brote del mar o de la montaña
los sentimientos, renacidos, el ansia
de caminar hacia derroteros brillantes;
entonces, se abren las fauces,
escuchamos al aire, en su silencio,
contarnos las historias que no vimos
y abrirse como flores, cada tarde.
Santander 6-3-15, 13,11. 410 días sin ti pero contigo.