Nada es inocente…aunque lo creas,
nada es neutro y aséptico,
aunque te lo digas convencida
para calmar las nubes de la mente.
Respiras un aire enfermado
por quien aprovechó la bonanza
sembrando buen veneno
y llenando la bolsa con holganza.
Tu candidez es ofensiva
porque nada es tan simple
que no tenga lugar, hora ni día
y posición en el tramite
de vivir, de conocer la orilla que profesas.
Callas ante el grito de mujer tan golpeada,
no es tu causa, dices, y levantas la cabeza
con aire fútil, de persona con vacío en la mirada.
Tu voz no se levanta
ante el lloro de un niño
asesinado por infame
-lejano, dices, es lejano-
allá donde no te llegan las granadas,
ni los obuses, ni ves derrotarse las viviendas
ni respiras el polvo de calzadas
convertidas en zozobra
y tumbas de inocentes para siempre.
Caminas sin voltearte la cabeza
-no es tu problema-
dices y esperas que el mundo
admire y compre tu careta.
Indiferente, ambiguo,
indefinido, equidistante
del drama que a tu lado se celebra.
Y así puedes caminar por tu vereda
sin mayores contorsiones
ni culpas que extrañen tu pereza.
Algún día, indiferente, cuando las bombas
estallen en tus calles
no vas a tener ni voz ni cuerpo
ni apenas compañeras
para dolerte las heridas.
Sigue ahora, sigue, caminando
entre las brisas de otros dramas,
guerras y dislates que no veas
porque pronto, detrás del cortinaje
en que te escondes
asomará la muerte su cabeza
María Toca Cañedo©
Santander-04-01-2024. 20,28