Y no lo vi venir, no lo veo nunca
por más que me lo insisto, no lo prevengo.
No veo llegar el torcido diente de la infamia,
ese que ataca tal que si nada y hiere fuerte
como daga que entra en la carne
y la desgarra.
No lo vi venir, no lo esperaba
como no se esperan las tormentas
en las noches de luna, claras, diáfanas y bellas
por eso cuando se despeña el temporal
te coge a contrapié y te destella
entre meandros y balaceras
de la tierra.
No lo esperaba, no lo espero nunca,
la contienda fortuita, la batalla
que se da por la espalda
con estulta intención
de no hacer nada…como si el no hacer
no tuviera implícita la intención
de hacer cruzada.
Que no lo vi venir,
porque no se espera jamás
el puñal que acierte de esa manera
y clave la punta tan certera
justo en mitad del corazón
mientras se espera, contritas las costumbres,
que pase el temporal y amaine
la borrasca aquella tan bizarra
sin hacer mella ni plantar mala simiente
entre los acantilados de la costa
y el enlodado cielo que la enhebra.
María Toca Cañedo
Santander. 14-12-2023. 18,48.