Hoy se prendieron, mis las alas,
se me abrasaron con rabia
y de sus llamas ardientes,
puñales se les abrieron,
por acercarse callando
al sol que luce en el cielo,
ardieron vivo, las alas.
Y me quedé sin sustento.
Si se quedaran plegadas
a buen seguro, que nunca
convertirían en fuego
el aire de su mirada.
De volar a contraluz
y cruzar mil madrugadas
se tornaron fuerte, bravas,
las alas que se encendieron.
Luego quedaron en nada,
ceniza, polvo que el suelo
las recibió con denuedo;
se fundieron con la tierra
y a poco se deshicieron.
Ya sin alas, no hay vuelo
tan solo quedan palabras
que derramar en el aire
y subir a las montañas.
María Toca
Santander- 20-05-2018. 18,04