Fíjate, que por malos
que nos lleguen los caireles
siento que tengo un privilegio:
contar, dejar un rastro de palabras
en rincones y paredes indivisas.
Esculpir los sueños con palabras,
hacer de la memoria, fantasía,
troquelar los sufrimientos en vocablos
y dejar las penas sitiadas en las hojas,
despojadas de lágrimas
laminadas por sombras en esquinas.
Por eso, doy gracias a quien sea,
el destino o ese dios inmaterial
que parece que nos forma a su medida.
Quizá el mío sea liviano, tal que rocío,
pero pleno de verbos encendidos
que me donó este regalo, en reproche,
por los otros desfalcos cometidos.
Da igual, me siento afortunada,
poseo un tesoro que es solo mío:
poder contaros las historias
y que algunos, aunque sean pocos,
me escuchen y se sientan
asidos de mi mano, en compañía.
Santander-26-3-2016. 23,47