A veces vuelvo la cabeza
a la historia compartida,
contemplo el camino
pleno de servas y lidones
abrupto y agraz donde los hubo.
Lo miro, despacio y me nublo
por contemplar los desafueros
y errores que a contrapié cometí
y los suspiros me levantan el vestido.
Con girones y sangre me desdoblo
al caminar sobre las piedras
que salieron a buscarme; algunas de ellas,
las esquivé con gran cuidado,
otras en cambio, me hirieron
y dejaron su huella,
clavada en mi piel y mi laringe.
Al fin, todo es senda, compañero,
camino que a trompicones recorrimos
momentos, risas, llantos o quebrantos
y los dolores que a cuestas nos llevamos
en la maleta del destino
esa que nos lleva a cualquier parte.
Santander-26-3-2016. 23,24.