Me solía preguntar, que te podría ofrecer
para que no me sufrieras,
con mis manos remover
cielo y tierra en pos de un consuelo
que tu dolor relajara.
¿Y Que podría yo hacer
para que tus ojos vieran
un amable amanecer?.
Mover vientos, tempestades,
correr en pos de mil fauces
que arrebataran el mal,
lo cubrieran de ceniza
y lo arrojaran al mar.
El dolor de no saber
ni que darte ni que hacer
me torturaba la mente,
me quedaba yerta, hueca,
ante la impotencia clara
de que mis manos, no daban
la respuesta que buscabas.
Hoy, dejaste de sufrir,
el peso del vil dolor,
te lloramos, es verdad,
te añoramos sin pudor
con la furia, a veces, otras
con un llanto seco, que nos calma
pero no cesa, el hueco de tu presencia.
Todos queremos salir
de esta nada sumergida
en una pena de ausencia,
en una sima callada.
Marchaste, pero estás,
lo siento cuando respiro,
cuando callo, cuando miro
a la cumbre de tus sueños
y al corazón de los que amas.
Santander 12-2-14, 24 días sin ti
Hermoso.
ufff..