Se me apagó el miedo
ahora, que lo pienso, se fue callando
el pavor a paso cauteloso
y recibió en su centro
el disparo del viento
cuando se hubo cimentado
la resaca del pesar y la aflicción
olvidada y profunda
que surgió del recelo.
Hoy que el baleo
sonó brusco en mi frente
y el dolor vagabundo
anidó presto en mi pecho
infringido por las precarias manos…
ahora, justamente, ahora,
…se me apagó el miedo.
Quizá es que solo tememos
lo que se desconoce, y se amplía
el recelo con la vana mirada
que a todos estremece
porque el miedo es un monstruo
de ojos muy pequeños.
Por eso, se me fue el desatino
en cuanto disparaste
y atinaste en mi seno…
Y soy superviviente del temor
y del frío, porque en el seno
yace, contrito y yerto
un corazón helado.
María Toca
Santander-6-8-2018, 13,39