Una nube oscura levanta mi ventana
se asoma por ella, comprueba que está en calma
y marcha en espera de encontrar voces más amplias.
Esa nube me pertenece, le di suelta
hace tiempo y hoy campa por los cielos
entre inmensidades y añoranzas.
Es mía, yo la forjé entre lágrimas
que recogieron sus brazos y las guardan
para dejarlas caer como lluvia en mi marga
y hacer fecunda la tierra, ayer baldía y plana.
Fue mucho lo cumplido, labrando tempestades,
agrio el forjar la nube solazada
costó sangre, sudores y labranzas
llenarla de penas y hacerla refulgir
entre mar y montaña, fecundada,
a fin de hacerla volar libre
y campar entre las madrugadas.
A veces mi nube me visita,
como hoy, se asoma a mi ventana,
contempla el paisaje desolado,
luego recoge lo que es suyo
y marcha a esperar otra jornada.
María Toca
Santander-25-08-2018. 12,10.