Se me ahogan los versos sin decirlos,
se ahogan, no nacen, o lo hacen yertos.
Lo mismo me quedé huera, vacía
de tanto recurrir a la poesía
agoté el manantial, que seco
se aleja a paso quedo de la umbría.
Y mira que lo intento con denuedo;
me siento ante la mesa,
contemplo el papel y pide prosa
lejanos los tiempos en que nacían
miles de versos entre los dedos
apenas sin esfuerzo, como si fuera
mera cadencia y compañía.
En cambio, ahora reseca, contemplo
la escasa aquiescencia de la musa
y me digo: paciencia, amiga mía,
volverán las rimas a acompañarte
cuando sea conveniente, algún día.
Santander-21-1-2017. 23,26