Y nos llega el otoño
con su tibia mirada, de ópalo,
alfombrando las calles
con las hojas, mechadas,
de buenas intenciones,
como si nada hubiera pasado,
entre medias, en el estío,
apenas acabado.
Con la tibia mirada
de soslayo, contemplo la ciudad
como cambia de rumbo,
cuando el tiempo se para,
parece, como si la dicha terminara.
Nos llega la penumbra
en que amigablemente,
se nos cruza la vista,
apenas vislumbrada,
la madrugada ciega,
de armiño y agua decorada.
Van llegando los días,
abrigados, de casa,
encendiendo la llama
de una carga, apenas aligerada,
por la sombra del viento
y la lluvia caída en nuestro regazo,
como si fuera tierra ensangrentada.
Santander- 4-10-14, 22,29. 258 días sin ti, pero contigo.