Mientras cae la tarde, el sonido me llega,
un perro que ladra a un fantasma lejano,
los niños, rechazan que se acabe el día,
las manos que entremezclan la noche
con la pasión y el deseo de sentir como entonces.
Me pregunto mil veces,
si la dicha añorada me llegará algún día
y si el dolor puede desvanecerse;
si el hueco de la ausencia lo pudiera llenar
alguna mano amiga, o voces en la noche.
Si el refugio seguro de una casa certera
podrá en algún momento
acallar ese llanto que aguza cuando cuadra
y sentir cómo nacen algunas ilusiones
mecidas por la mano calmada de un canción certera.
En esta tarde, abrigada por los dulces recuerdos,
me pregunto si en el futuro
podré volver a sonreír, o sentiré
el cálido reflejo de unos dedos
que pasen por mi frente y vuelen los recuerdos,
aquellos que me mecen
entre el mar y la muerte.
Riba Roja de Turia, 15-3-14, 19,44, 56 días sin tí