A veces llegan golpes
que son como de rabia,
se enredan entre tilos
abrazan la maraña
que cubre el corazón
protegiendo la cansada mirada,
de ese dolor callado
que nadie oye, pero se siente
en su sordo clamor de madrugada.
Llegan esos golpes de rabia,
inundan el alma atormentada,
socaban, duelen, hieren,
estremecen las horas
que la ausencia acompaña.
A veces llegan golpes…
que son penas cargadas
insultan, y te agreden,
como lanzas enhiestas
prestas a hacer herida,
al margen de la vida
y son golpes de rabia.
O no, más bien, se hacen
una sorda tristeza, muy callada,
que se alimenta y toma
como gran alimaña
el corazón templado,
ansioso de recobrar la paz y la palabra
a golpe de acallar, o dejar irse
estos golpes de rabia.
Cheste-16-3-14, 12,40. 56 días sin ti