Me até la mochila a la espalda
el barbuquejo apretando la boca,
calcé buen calzado,
seguro intuyendo, que la fuga
sería muy larga.
Recogí los papeles del alma
sucumbiendo, a veces, al tibio deseo
de llenar mis alforjas
con las viejas nostalgias citadas.
…Resistí el embate,
no recogí nada, tan solo,
tomé mi cuaderno, la pluma de ave
y entornando los ojos, a veces,
para que no me cegaran
las luces del alba,
emprendí la marcha.
Al rato descubrí senderos
inhóspitos, hueros, abruptos, serenos…
vagando siempre hacia adelante
hasta encontrar destino,
allende los mares.
Con ese bagaje ligero
y muy de mañana,
-aún con el sueño prendiendo en mis ojos-
tomé el viejo sendero
dejando atrás los turbios embates
que en tiempos pasados
me abatieron, como hordas salvajes.
En el alma llevaba las sombras
de viejos recuerdos;
también portaba,
anudados en torno a mi cuello,
versos bien sencillos
que pendían como una medalla
tensando mi duelo.
En los ojos, la nueva mirada,
para descubrir sendas y veredas
-y así, tal que aconsejaba
el maestro Machado-
emprendí la marcha,
breve y ligera de equipaje
caminando alegre, serena
y ligera, de viejos resabios.
María Toca©
Santander-28-5-2023. 13,18