Una tarde cualquiera,
donde la verde sementera
serpentea el camino;
alzando al cielo la mirada,
contemplo, como sigue
el cielo, cerril, contemplando
la vana estampa de mi miedo,
mientras, el camino se abre
entre prados, riscos y veredas
como si nada pasara por el tiempo.
Como si el viento no silbara
la vieja canción de despedida
y los recuerdos no dejaran
la huella infinita de la ausencia.
Camino por estrechos senderos
donde el agua torna con la prisa
que tiene, por encontrar la mar
y su presencia, intimida, de bello
y sentido caminar.
Me sigue la sombra callada
espesa, con rastro lento, quedo,
que trasciende y siempre va conmigo,
andando, un paso por detrás
y siempre acompañando al destino.
Santander 16-11-14. 3,22. 300 días sin ti, pero contigo.