Cuando la soledad llama a la puerta
la recibo como buena compañía,
la invito a pasar, cena conmigo,
porque a base de caminar con ella,
se convirtió en colega.
Andando con pasos tan cercanos,
caminando, en leve simetría,
ofreciendo consuelo
y haciendo el rastro del sendero,
conocido, labrado a golpe de consuelo.
Nunca marchó lejos, cerca estuvo,
a veces dulce compañía,
otras, en cambio, atenaza como soga prieta,
otras, ahoga,
y las más, mera rutina,
de puro conocida, ya ni extraña.
Soledad, amiga, no te apartes,
a base de llevarte a mi lado
y conocerte, como se conoce
a los viejos amigos, casi hermanos,
la carga se hizo liviana,
el paso ligero
y la costumbre de tenerte cerca,
se convierte en amistada añeja,
costumbre cotidiana.
Santander 16-11-14. 13,07. 300 días sin ti, pero contigo.