Ando a trastoque, por caminos,
con un pie aquí, el otro puesto al otro lado,
en medio de la nada más procaz
y sin tierra que me ampare ni me acoja,
pisando la nada cotidiana
y haciendo malabares con el viento.
En la frontera del desorden
encuentro a veces acomodo
y de soslayo, contemplo el devenir
de los demás, por si se me queda
la costumbre de caminar
en fila, como mandan los cánones
de los bienpensantes y recibir
como demandas, lo que reciben
los que calzan las sandalias
sin polvo ni señal, que las iguale.
No lo conseguiré nunca, jamás,
que soy más bien de enlodarme
y andar siempre a cojetadas
de los vientos, con un pie aquí,
el otro, en la otra orilla,
tal que anduviera como orate
y sin mula ni cordel que me solape.
Santander-20-7-2016. 17,28.