En la memoria, recuerdos,
en la frente, la constancia,
y entre las cejas llevo
un baile con mil palabras.
Con ellas compongo y vibro
lo que sale de mis alas
con la suerte variopinta
de volar alto y sentir
que lo que escribo y recito
se puede, siempre, asumir,
y luego, hacerlo mío.
En otros momentos, cambio,
me retuerzo y arrellano
en un sitial donde explayo
el alma y mil aventuras
que acontecen y se elevan
solas, sin que yo las mida.
Por eso, ahora, y luego,
la savia que corre y vuela
por mis venas y mis carnes,
no es sangre, ni aire, ni fuerza,
es solo, tinta y señuelo,
de algo que se llama vida.
Santander-28-2-2016. 16,56.