La tarde ciñó sus horas en silencio,
escanció la espada de las flores
y llegaron al patio, de colores,
los pensamientos taimados y profundos,
que acabaron de sosegar a los difuntos
senderos, que antes caminaba en calma,
cuando el tiempo pasaba
y yo, apenas, me creía una alma eterna.
La tarde se diluía en presencia
de la lluvia, encadenada a la cuaresma,
de un olor, de una esencia
de flores, taimadas y diluidas en las horas
en que solo abrigaban esperanzas
las calladas amapolas de la infancia.
Es el tiempo sutil daga floreada
que esculpe almas, y corazas de fuego
y nos deja a merced de las calladas
sintonías, alejadas de la historia
que soñamos, desde la cuna y atesora
la experiencia, cuando ella sola,
atestigua lo que acontece y lo que lloran
los ojos acristalados de la aurora.
Santander 19-12-14. 18,01. 335 días sin ti, pero contigo.
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