Se quedaron las lágrimas estancas
en el porvenir de nuestra vida,
se quedaron ahí, saladas,
hueras, secas
en el rio de unos ojos desbordados,
como si no pudieran rodar
por el sendero varado de mi rostro.
De tanto camino que hicieron
ya se pierden, y desalojan
el muro de las sombras,
del recuerdo, tañido de promesa
del que marchó a buscar la eternidad.
Quedaron encharcadas en un dolor sutil
que embarga la boca del sabor
melifluo de una derrota,
ocasionada por la muerte
y dejando la hiel,
pasto en la sombra
teñidos de bosquejos,
de sentimientos hueros requebrada.
Santander-6-8-14. 199 días sin ti.