Que lejano recuerdo
los almendros en flor,
los soles del estío,
en la reja encendida
de pasión y de brío.
Que lejana la evocación, parece
de la noche aquella,
en que te conocí
paseando, serena,
por la orilla del río.
Mientras tú caminabas
errabundo, entre sombras,
la luna se achicaba,
se volvía pequeña,
y yo, plena de soledades,
descubrí entre penumbras
tu boca que se abría
ofreciendo, dudosa,
la canción que partía
en dos, el alma entera,
haciéndose contienda…
Tu voz y yo, pequeña.
Al fin, entre dos chopos
nos contempló el destino
se avino a hacerse amigo
y caímos vencidos
de la frugal batalla
que partía el camino.
Luego se hizo el silencio
tan solo contendieron…
tu mirada y la mía.
Santander-25-11-2016. 22,58.