Ese día, en que envuelta en la bruma
se me escape tu nombre y ni nombrarte pueda,
ese día, en que seque mis labios
de resquemor ardiente, mientras el tedio crece.
Ese día, en que muera o no muera
por no verte, o por verte
ni camine despacio
por la arena candente.
Se me cubra la frente de un sudor apocado
y en la boca, la queja, se me siembre y me queme.
Ese día, en que ya no te nombre.
Puedes estar seguro, que ese día,
si llega, me encontrará la muerte
tendida en el espacio que hay,
entre tu boca ardiente
y mi vientre, que por no poseerte
yace tibio y quemado.
Santander-25-11-2016. 22,43