Hay una campaña por ahí, que dice: no me felicites, hoy. Incluso, con sorna, amenaza con puño o puñal, si algún incauto poco avisado, felicita a la interfecta. A mí sí. Me podéis felicitar, porque formo parte de un misérrimo porcentaje de mujeres que viven con cierta dignidad de su trabajo, que reparte su tiempo y su energía como le da la gana, que cuida y se deja cuidar solo de los que ama, y que la aman. Formo parte de una exigua minoría, que en los últimos años, no fue maltratada, ni de obra, ni de palabra, ni por omisión, aunque padezco con irritada ironía micromachismos, que combato con puño y letra. Podéis felicitarme porque vivo libre, sola y agradecida de las compañeras feministas que lucharon, hasta la extenuación, para que pudiera divorciarme, abortar, trabajar, salir de noche, estudiar, divertirme, ir de viaje, manejar mi dinero. Todo eso, puedo hacerlo yo, que formo parte de una exigua minoría mundial, gracias a tantas que lucharon, que fueron ridiculizadas, y que ahora se las ningunea. El resto de mujeres sigue humillándose, siendo violadas, trabajando en régimen de esclavitud, en casas, obras, campo, fábricas…
La inmensa mayoría de mujeres, no tiene ni voz ni voto, en un mundo que considera a la mujer inferior a una vaca. Para mi alegría, nadie quiso matarme en los últimos diez o veinte años, aunque muchos me insultaron por mi concepción del mundo, de la igualdad y mi militancia feminista. Porque, a pesar, de explicar hasta el agotamiento, que ser feminista no es combatir al hombre, sino al machismo, es querer un mundo justo, igualitario donde quepan hombres, mujeres, niños, animales, diferentes sexualidades, colores, religiones, ideologías, con el único imperativo del respeto, siguen diciéndome que feminista es igual a machista, pero al revés. Porque solo me salva del miedo a caminar por calles poco concurridas, ir cumpliendo años y a veces ni eso. Porque sigo recibiendo miradas conmiserativas muchas veces, cuando hablo, explico; porque tengo que disimular con sonrisa encantadora y pelo rubio, que mi capacidad intelectual, es mayor que la de algún machito que me contempla desde la suficiencia de su sexo.
Pero, felicítenme, porque formo parte de un misérrimo porcentaje de privilegiadas, que no las violan, matan, explotan, humillan. Por eso, y por poco más.
Santander-7- 3-2016