Yo me nací en un día de Enero
frío, lluvioso y enredado
entre nubes y sombras. La mañana
en que el sonido rasgado de silencio
se quebró con el grito de la nada.
Me nací, entre lágrimas, retorcida
por la fatalidad de una noticia
que quebraba la anterior vida, que vivía,
y daba forma, a una nueva mujer,
rota, hilvanada con fatalidad y desespero.
Nací, cuando tú me abandonaste;
crecí, amándote entre penumbras
que acechaban, a cada rato, mi mirada.
Cosí con hilo dolorido, aquella herida
causada , sin quererlo, en el anhelo
de perpetuarte y dejarme llevar, a tu morada.
Nací, cuando contemplé tu cuerpo yerto
y vi truncada, para siempre, mi esperanza,
me creció, entonces, el espanto
como ola embravecida, dejándome vacía
asida por un hilo a la cordura.
Fui creciendo, de a poco, paso a paso,
lentamente, haciéndome madura
conforme el dolor se mecía entre las brumas
y cerraba la cicatriz, bien sosegada
por la incierta calma, que tú me inspirabas.
Por eso, hoy, confieso, que me nací,
aquél día de Enero, cuando, quizá a tu pesar,
marchaste, liviano, sin avisar
con la premura de quien se sabe de paso
y pertenece ya a otro lugar.
Tú, con tu ausencia, diste forma
a la mujer, poeta, ensimismada,
triste, alegre, rebelde, sumisa,
contestataria, conformista,
o lo que sea, que hoy te nombra.
Por eso, te confieso, hoy lo sé,
que yo me nací aquel día de Enero,
cuando, tú, callado, te me fuiste.
Santander-8-3-2016, 17,12. 778 días sin ti, pero contigo.