Quizá perdí entre sendas y rosales
la palabra, el tono y la mesura
que me adornaron, antes del descalabre
aquel, que me sumió, jornadas plenas
en aquelarre de lágrimas y penas.
Perdí la donosura y el cimiento
que labraron mi casa, en aquel tiempo;
perdí, el caminar brioso, que adornaba
mis pasos, por entonces, tan livianos
y ahora, son pasto de cadenas y reproches.
Perdía la frescura, el tiempo, el sol,
que calentaba mi nuca por la tarde
cuando, sumida, en la mansedumbre
me dejaba, acariciar por el letargo
y dormía mecida entre las nubes.
Perdí o gané, según se mire
porque nací, entonces, al socaire
de labrarme un nuevo cuerpo
y en la frente, llevé escritas,
desde entonces, las sentencias
de amarte y sentirte más cercano
cada día, buscando entre los sinos de la vida,
el periplo encadenado, de la muerte.
879 días sin ti, pero contigo. Santander-17-6-2016. 21,38