iluminados apenas por el sol de la mañana
que refugien a gente inadaptada
y sean parapeto de infelices.
Buscaba lugares donde las estrellas
brillaban como luciérnagas altivas
y las nubes no fueran apagadas
con humos desechables por las heces
de esta sociedad mal encarada.
Rastreaba con ojos bien abiertos
y con manos temblorosas
por el ansia de encontrar a cualquier precio
un paraíso en esta tierra malhayada…
Tonta de mí, no lo hallé
porque desde siempre,
había estado cerca, muy cerca;
se encontraba en la casa donde vivo
encerrado en el pecho de un ausente
donde intento refugiarme cada día.
María Toca Cañedo©
Santander-6-05-2022. 12,54.