Me amigué con fantasmas, sombras negras,
alargadas que al sentirlas me asustaban
mas pronto fueron buena compañía.
Con dolores que producen el hastío de estar viva,
hice pacto, también firmé trato
con la muerte, buena amiga,
a quien espero, sin prisa,
aunque sin temor,
tal que a una buena aliada.
A las aflicciones hice frente
prestando poca atención, pagando
con ternuras los vaivenes
que mostraba el movido mar que navegaba.
En la existencia cóncava y convexa
que supone andar descalza por la vida
supe estar, permanecer bien altiva,
expectante, sin augurios de ser dueña
más que de una lóbrega morada.
Planté cara a adversarios
batallando en mil batallas
las cuales, casi todas se libraron,
en mi casa, en mis adentros
que es donde se dan
las más duras guerras
y contiendas derrotadas.
Y al fin, sobrevolé por los desastres
de la vida. Compleja vida;
mas también fue sembrada de alboradas
porque la sentí fértil, amada,
como huerto feraz, bien regado
como pasto que seré algún día
de un breve relato o largo olvido.
Mientras tanto, sigo componiendo
la suave melodía de estar viva.
María Toca Cañedo©
Satander 09-05-2023. 12,24