A veces la urgencia me atabala
hace que se me olvide la poesía
labrando mis horas en francos desatinos
que forjan horas dilatadas
tal que si no hubiera soles en la sombra.
A veces el tiempo se me estrecha
y me camina largo en la presencia
de inciertas premuras, decorado
apretando la soga que yo sola me pongo
dejándome sin aire -plena fatiga-
y otras me acerca ante un umbral
de milagros y alegres contraluces
alumbrando de colores refulgentes
las sombras que traza la escarcha en la fuente.
Me asfixia la ansiada calma,
me embelesa temblar ante una prosa
bien hecha, pergeñada
como lecho feliz bien cimentado.
Y luego, cuando las sombras
cierran la ventana con pereza,
reposo en mi almohada la cabeza
y sueño con bailes sin respeto
y plenos de poemas danzando por el suelo.
María Toca Cañedo©