Ayer un músico decía, con dolor casi palpable
que mejorar el silencio, era parte de su obra…
Difícil arte, difícil, me quedé tensa pensando
porque dentro del silencio se posan mil mariposas,
pájaros trinando alegres,
o el aire que difuso nos sulfura madrugadas.
El olor de la humedad, también tiene su sonido,
y el perro dolorido, que ladra en un instante
forma parte del aullido que rompe en mil pedazos
esa paz bien devastada.
También suena el baile perturbador,
de las hojas saltarinas que corren tras las esquinas.
Y la música que es arte, decía mi buen amigo,
debe mejorar todo eso: el fuego de chimenea
o el borboteo que anida, en cocina de la madre.
El sol, las nubes también, tienen sus sonidos
y la soltura del ritmo que nos sume en armonía
cuando, llora el cielo adusto y percute en la ventana
esa lluvia de costumbre tan rítmica, solaz y bella.
Por eso, el maestro, terne y muy desolado
ha optado por callar y dejar la algarabía
navegando en el sosiego,
por un mar amordazado.
María Toca Cañedo©
A mi querido genio, tan amigo, y tan grande. Jairo León.