Como olas abroncadas, en la costa,
que rompen el tranquilo amanecer,
me llegan, a veces, oleadas
de rabia, de añoranza y el sentir
que tus ojos se me fueron pronto,
sin tener apenas tiempo de mirarlos
y contemplar la vida a su través .
Se arraciman recuerdos, las heridas se abren
sin tregua, en un momento,
cuando, sin sentir, sin ver, apenas sin hacer
se cubre la mente de tormentas
y la calma se escapa por el hueco
que dejó, en mi alma, tu pesar.
No importa que el tiempo pase largo
que las cosas cotidianas me recreen,
no importa, que los días se sucedan,
porque siempre hay una esquina que salvar,
una noche bronca, que se tuerce
o simplemente, que estoy viva y me duele,
no estar cerca, no sentirte,
contemplar la distancia aquiescente
y no poder abrazarte ni tenerte.
Santander 29-6-15, 525 días sin ti, pero contigo.