y dejamos el cielo encapotado
para que se nos nublaran madrugadas
y se nos velaran los sueños,
convirtiendo los tibios despertares,
en prosaicos, lúgubres, altivos
y prácticos desvelos
que nos llevaron derechas al barranco?
¿Cuándo se nos llevó en vuelo el alma
para dejarnos hojas secas y cautivas
en el prosaico calendario
que conforma día a día un diario
mientras los sueños yacen bien cubiertos
del polvo acre de un siniestro cementerio?
Vendimos muy barata la inocencia;
la libertad -también barata- la vendimos,
al cabo, nos dimos cuenta que las manos
se vaciaron y en el pecho quedaba un hueco,
donde antes había una guarida
que contenía al corazón contrachapado.
María Toca Cañedo©
Santander-29-09-2021. 16,04.