Y si ellos tienen los timbales,
los tambores de guerra, enjaretados,
con gredales de almagres
y campos sembrados de simientes doradas;
a nosotros nos queda la esperanza,
aunque rota, mancillada, la confianza,
en que sembremos en tierra fértil,
y crezcan soles de pacifica mirada.
Si ellos van armados de cimbeles
que arremeten y cruzan las fronteras
con el ímpetu de furias guerrilleras;
nos quedan las manos bien abiertas
contra el viento, que no lo aplacan,
pero tampoco hieren ni destrozan
lo sembrado, en parcas sementeras.
Si llevan estandartes y penachos
con cencerros y salvas entregadas,
que anuncian, desde lejos, la triunfada,
a nosotros, nos quedarán las lágrimas
que serán enjuagadas
con el desvelo esperado y cálido,
en tibias madrugadas,
donde nadie espere, ni se aguarda
la luz y el cimborrio de la marcha.
Tan solo, nos quedan los sueños y la nada.
Santander-5-5-15, 16,59. 445 días sin ti pero contigo.