No me acostumbro, todavía,
a pensarte en pasado, a sentir
que te fuiste, que no estás.
No me acostumbro a nombrarte
con el respeto de los que se fueron,
porque para mí, sigues presente
y te nombro, como si pudieras oírme
y me oyes, y me ves.
Porque no me acostumbro a no verte
ni sentir tu voz profunda
y tu sonrisa complaciente
y esa airada presencia,
como si todo hubiera que hacerlo
con mucha prisa,
la que tenías por vivir.
No me acostumbro a despertar
y saber que hoy tampoco te veré;
no me acostumbro a echarte de menos,
a saberte ausente, ido, que no estás,
porque estás, aquí, a mi lado.
Y no me acostumbro
a vivir en duelo de tu avío.
Prefiero sentirte muy cercano,
compartir las horas, los sucesos,
contarte como nos va,
dejarme caminar, siempre a tu mano
y creerte, en la tranquila calma
de saber, que estás, que tu presencia vive
y que no hace falta, ni me obligue,
a la costumbre de no verte.
Porque estás.
Santander- 1-3-15, 1,50- 405 días sin ti pero contigo.
María te abrazo!