Me desapego, a veces,
cambio el tiempo y la miseria
por los recuerdos, por las nostalgias idas;
el presente y ese futuro incierto
lo dejo, por un instante, pendiente
de los andares flojos
y las preguntas, los pasos
que quedan por venir
los dejo en barbecho, por un tiempo.
Me dejo, ir,
me llego a la otra orilla,
esa que contiene barro recubierto
y me enlodo los pies con la memoria
de la vida que pasó y no vuelve,
porque, sin trampas, sin abismos y sin tregua,
eso que me aísla, me serena.
Salgo de la amalgama de tibias compañías,
me sumerjo en la soledad delicuescente
que me place, y me siente
en estado de pericia; y me invalida
el dolor de vivir y su guarida
me resguarda del oficio tibio
de caminar por el presente.
Me voy, me escondo, muchas veces,
para no ver, no sentir, no escuchar,
el tiempo, las palabras, los aullidos,
de aquellos, que viven el presente
y ladran como fieras, al sonido,
de la razón, más evanescente.
Santander 3-2-15. 16,50, 406 días sin ti pero contigo.
tal cual…