¿Qué pasó para que el silencio rodeara nuestra estancia
y nos llenara de frialdad lo que antes fuera lumbre bien templada?
Una nube ennegrecida de costumbre vieja y opulenta
se nos coló en el habitáculo donde poco antes, moraban las certezas
haciéndonos pequeñas, tornando en sombras
las luciérnagas aparentes donde se borraba la existencia
de dudas, maltratos y violencias…
¿Qué pasó para callar la voz, sentir la ausencia
y vagar solas por la casa, hoy vacía, ayer bien llena?
asolada por tristuras y nostalgias mal llevadas.
No lo entiendo
cuando en el baile de asperezas y de días
que contamos con alegres añoranzas
no reste ni uno solo que sostenga la presunción
de que faltan palabras, explicaciones, controversia.
Para vivir, para estar viva hay que saltar por encima
de charcos, lodazales y enturbiados bien diversos
…y dar gritos, muchos gritos
con el fin de dispersar a la costumbre
y hacer fuerte con la discordia, a la libertad y la revuelta.
No lo entiendo,
si ayer formábamos gremio, comparsa y buen tropel
de algazaras, riñas y barruntes colegiados
¿por qué hoy se yace en la discordia maltratada
por venturosos senderos paseados?
Me preguntas el porqué de tanta arenga
que no entiendes la desesperanza
ni el sosiego que despeña mi presencia.
Mas luego te discuto el uso de palabras,
añorando los antiguos abrazos y las horas que pasamos
encerrados en cautivos fuegos de fraternidad inacabada.
María Toca Cañedo©
Santander-27-01-2024, 12,47