Hay momentos que me permito
desfallecer, dejarme llevar por el espanto
de que no estés conmigo, ni te vea;
hay momentos, en que las lágrimas ciegan
los ojos inciertos de la dicha,
cubriendo con la salada marea
la torva mirada de la ira.
Otros, en cambio, como ahora,
mecen unas olas lánguidas, pacientes,
cumplidas de recuerdos vagos,
inundando de un sutil dolor, atenuado
con los detalles que quedan en mi vida.
Hay días de tormentas que ciegan,
otros se vislumbra la marea
de una calma apaciguada y pequeña,
que me indica que, aunque añore tu falta,
la constancia de tu presencia me provoca
un atenuante del dolor aciago,
y un leve ensalmo del recuerdo.
Santander- 12-11-14. 19,10. 296 días sin ti pero contigo.