Me suele suceder, cuando contemplo
desde lejos, el mar embravecido,
que me susurra su contento
y me cuenta las cuitas de su vida.
Me dice, con un rumor ajeno,
como lo contemplan ojos inocentes
mientras lo esquilman manos rodadas
sin más mente, que dejarlo sin frutos
y sin fuentes, vacío,
de marejada y de brío.
Me dice, también, entre bramidos,
como curar las heridas añejas,
que arrecían, a veces, como nuevas.
Me enseña con su ronco bramar
a dejar en descanso los dolores
que supuran, como fieles compañeros,
por noches, y días, enteros.
Me cuenta, el bramido de las olas,
como deshacerse de los malos augurios
que plantan los corazones fieros
andando, como la mala hierba,
por el mundo, repartiendo la miseria.
Y por último, me devuelve la sonrisa
con el fleco de su espuma tan salina,
dejando en mi pecho una cálida
y suave sonrisa
que mece mi alma, por un tiempo.
Santander 25-11-14. 20,15. 309 días sin ti, pero contigo.
si ella contara cuanto le contamos…