Se escucha de nuevo el silencio,
aquí, en mi casa. Insolente se levantó
la soledad, presta, el vuelo
tornaron las mañanas a ser hueras
y las noches soliloquios de tristura.
Ausencias que se perciben intangibles,
ausencias que hacen hueco a la memoria
de otras marchas que fueron más concisas
cuando el estío apenas era tenue incertidumbre.
Atronador es el silencio de mi casa,
la tranquila calma se respira
mientras se contrae el alma entera
añorando los gritos y costumbres
que tan solo, ayer, eran premura.
Marcharon avecillas a su nido,
salieron de la estrecha soledad de mi morada,
buscando, es posible, novedades;
quizá el vuelo se les torne tempestad
y regresen pronto a mi huerto a anidar.
María Toca
Santander- 24-08-2018, 12,03