Que son pasos silentes, entre sombras,
apenas audibles por oído sordo,
son pasos dados en la noche
que se alientan con otros pasos más cerrados.
Son caminos que chocan con la naciente
realidad del caminante,
tan solo son vías que se cruzan
y a poco que se camine se hacen tensos.
Las huellas quedan en la vereda aquella,
transitada por nosotros, sin aliento,
a zancadas grandes –entonces éramos jóvenes-
ahora en cambio, renquea la corriente
y los pies solo mueven, apenas, los rastrojos.
Por rutas y veredas polvorientas; espesas,
grutas sembradas de costumbres,
caminamos alegres cual aves en vuelo
y a poco que sucumbió la dicha,
se tornaron, los pasos, en esquirlas
de viejos compañeros de desdicha.
Caminos que cubrió la sombra
de una vida en franca decadencia, con la tuya,
hizo pareja disconforme, aullando
por veredas y por ríos, clamando
por seguir siendo manceba…
María Toca
Santander-23-09-2018. 21,20