Resuenan los pasos por la calle,
en el silencio que usa como escolta
la apesadumbrada caminante
que sigue al destino sin dudarlo;
camina con un andar pesado
como si saliera de la nada,
con un cuerpo grácil, espejado,
translucido, quizá escarmentado,
de tantas noches, cruzando la frontera
de lo vivido, desde la otra orilla,
la de fuera.
Camina con el paso sereno,
como si el mundo no fuera con ella,
a veces se siente transparente,
como un espectro de lisura y de muerte.
Los pasos encalabrinan los recuerdos,
del pasado, de otras madrugadas,
envuelta en ropajes y alharacas,
feliz, risueña, con la risa en la boca,
desmañando el cuerpo en cada esquina,
mientras hoy, plácida y sola
camina, en el último trecho de la vida.
Madrid. Hortaleza 23-11-14, 0,12. 307 días sin ti, pero contigo.