Hay días que pesan como losa en vacío,
se apelmazan y ruedan
espesando el estío,
días que se asemejan
a cadenas pesadas
amarradas al cuello
con argolla enrejada
ahogando las voces
que claman al albedrío.
Son días aciagos, donde nada germina;
danzan con pesadumbre
en pos, de la noche estrellada
que venga a liberarlos
de los goznes de espanto.
Días que llegan trémulos
con su voz de campaña.
Me encierran y me dejan
sin tregua la memoria.
Lo mejor es que pasan
sin dejar mucha huella,
se estrellen en la nada
donde todo se hace agua
y hasta en la memoria deshacen su contienda,
olvidan, se desangran,
caminando a la nada
o a la aurora, sin huellas ni herrumbres
como si fueran agua.
Santander 1-10-14, 17,19. 254 días sin ti pero contigo.