Breve, frágil, liviana,
poco más densa que el aire
que vuela entre sombras
despereza la piel
y la conserva.
Poco más densa que el agua
que camina por riscos y despeña
su liviandad entre la tierra en sementera.
Frágil, como lo que no se ve
ni se detecta, pero se intuye,
así de pequeña, invisible
es mi puerta.
Esa que abre cuando llamas
o en silencio te apostas frente a ella
para luego, curarte tus heridas,
cuando la franqueas, desairado.
Tan liviana, que la puede abrir cualquiera,
sin tocarla, al más leve soplo de vergüenza.
Tenue como la espera,
así te brindo el pecho, compañera,
el soplo de la vida y la manera
de abrir mi puerta
si tú quieres quedarte,
dentro de ella.
El Prado-20-11-15. 16,38.