A veces añoro lo que no sucedió
los momentos vacíos,
o llenos de un silencio gritado…
Los besos que no di
o los abrazo yertos que se dieron al viento
porque ya te habías marchado.
La palabra callada,
la risa comprimida,
el paisaje no visto,
o el amor solapado.
El perro que no tuve
o la sombra esbozada
desde donde surgía
una amarga tristura
por lo que nunca tuve.
Hay lugares perdidos
que nunca visité,
amores que no fueron
porque no estaba ahí
y al fin, un corazón cansado,
se aburrió de esperar.
Yo no estaba en el lugar concreto
ni supe encontrar
el momento preciso
para enlazar las manos
y fundir los escorzos
de rostros bien amados.
A veces, como ahora,
viendo que el camino acaba,
añoro a la otra yo, construida,
que perdí por senderos
que nunca caminé.
Laberintos bien ciegos
amores y penurias
que se quedaron quietas
anidando, ordenadas,
en endebles recodos
de las cosas perdidas
María Toca Cañedo©
Santander, Parque Altamira, 11,30, 29-10-2022