Anidan las gaviotas en dulce compañía
frente a mi ventana, en tejado vecino
-venturoso el día que amanece despacio-
en esta primavera donde se guarda el miedo
y el sol sale, con tímidas posturas,
mientras la escarcha ilumina
el verde del jardín.
Florecen los almendros,
la pajarada canta con trinos de alegría
…para ellos se cumple el destino feliz.
Que ya es primavera, que el día se renueva
y se apagan las tristuras del plomo
de un invierno falaz.
En la cocina aletea el puchero
que deja rastro fijo de aromas deleitosos
mientras, encima de la mesa
conformo una poesía…
o algo similar. Perturbada vergüenza
que osa componer,
palabras y algún verso.
Son muchas primaveras,
demasiadas, quizá, las vividas
que albergan polvo y guano
en viejos anaqueles preñados y contritos
de excesivos recuerdos…
La joven que marchitaba el tiempo
entre sueños difusos;
la seria, la madre contumaz
y luego, liberada; aquel pájaro herido
que marchó con premura
en busca de libertad.
Torné al hogar un día,
marchita y calcinada,
cual paloma abatida
buscando calma y armisticio
por las guerras perdidas.
Más tarde decoré con los sueños perdidos
mil páginas, y al fin, descalabrada y terne
sigo, esperanzada, en busca
del solsticio que ampare
y me acerque, poco, leve y frugal,
a la vieja utopía y al sueño de ser libre.
María Toca Cañedo©
Santander-22-04-2023. 11,23.